Título: La
pesquita.
Autor:
Jorge Chiesa.
Año:
2011
1.
La pesquita es el diminutivo de una experiencia
concreta: distintas escenas de un día de pesca que comparten padre e hijo.
Aunque no hay pesca en el libro de Chiesa. No hay pesca: porque es la pesquita lo
que marca, antes de empezar, un volumen bajo, apenas audible, contra el cuál se
intensifica la modulación de los textos. Es el tironeo de la caña: pasar de la
espera del pique al poema, de un tirón.
2.
El libro comienza, precisamente, con el
producto: el pescado muerto que comen padre e hijo. Y la técnica de Chiesa aparece
ya en el título: el salto de la escena a lo diminutivo de la escena. Padre e
hijo no almuerzan juntos, mastican juntos, en silencio (hay un ritmo de masticación
en los poemas). Porque lo mínimo, en La pesquita, es lo excesivo, como “vaciar
un pez muy pequeño / con la yema de los dedos”.
3.
Lo diminuto aparece siempre como
despunte, como algo que sorprende (detalle o defecto) pero sobre todo como algo
irreconocible. Así, las piernas del cuerpo del padre parecen prestadas de otro
cuerpo; no se pueden contar las manchas del cerebro, salvo en un rapto del
recuerdo. El lenguaje de los poemas de Chiesa está curvado en esa posición: la
posición de aquel que pesca, siempre que pensemos la pesca como espera de una
tensión en los dedos sobre la tanza: señal de que algo mordió el anzuelo.
4.
También lo tragado del lenguaje. No lo
comido, lo tragado. De ahí la contención en cada uno de los poemas, la
intensidad como punto de enganche, la intensidad como regulación o búsqueda de
lo cualitativo en el instante: el ruido arrancado de la cabeza del pescado.
5.
Entonces: objetos, imágenes y escenas se
vuelven peces. Pero el lenguaje nunca es el mar. En el libro de Chiesa, el
lenguaje es caña o anzuelo: es la forma concreta de quitarle el aire a las
cosas.
Matías Moscardi
No hay comentarios:
Publicar un comentario