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domingo, 17 de enero de 2016

Colección 2015 - Paula Fernández Vega

Paula Fernández Vega - Como dos muertos


Paula Fernández Vega tiene 22 años pero su escritura no tiene edad. Aclaro esto porque me provoca una mezcla de asombro y envidia saber que alguien tan joven pueda escribir un libro Como dos muertos. Incluso mis sentimientos confusos aumentan, si a esto le sumo el delay existente entre publicación y escritura. Por eso y contra lo previsible, que sería trazar una analogía entre juventud e inexperiencia, Como dos muertos es un libro arriesgado, denso y profundo, desmarcado de toda pauta generacional y etaria. Es como si uno estuviera obligado a preguntarse: de dónde salió esta chica, de dónde saca las cosas que escribe. Fernández Vega no demora en responder. Ella tiene algo para decir y los medios para decirlo. Entonces dice algo sobre el amor: el amor es una cosa seria/un sueño/donde todo se resuelve/todos/lo olvidamos con el despertador. Un muerto que le  habla al otro desde el sueño, no tanto acerca del amor como de la cuenta regresiva del amor. Luego está el baile desquiciado, el juego del encastre, donde para hablar de la atracción física de los cuerpos Paula omite deliberadamente toda referencia a las partes consideradas, por el común denominador, bellas. Hay rodillas, granos, orejas en un paisaje hecho de cuartos desordenados, colchones mugrientos y olor a carne refritada. Hay una fuerza nerviosa, obsesiva y crispada en los versos de Paula Fernández Vega; nunca, sin embargo, apresurada; una notable desconfianza por la belleza, por momentos llevada al extremo de la fealdad. Pero eso no me asombra; después de todo, como diría Celine, se trata de un género a cultivar, nada más. Dos muertos abrazados como siameses, acurrucados como perros, copiándose. Dan ganas de aplaudir o, como diría la autora, de dar una patada (de envidia, claro). En su lugar, le mando un mensaje que dice: “Me encantaron tus poemas”.


Jorge Chiesa